Érase una vez una placita adosada a una iglesia, con setos, árboles centenarios e incluso una fuente de agua cristalina. Las gentes del lugar solían acercarse allí para charlar, tomar el fresco e incluso llevarse una botellita con agua del Canal... un espacio tranquilo y bucólico que nadie pidió modificar hasta que las fuerzas del Imperio Speculator decidieron que era hora de hacerle una remodelación a la placita y la incluyeron en un ambicioso plan de obras comunitarias denominado Prisma.
Las obras de destrucción masiva, que no de remodelación, se prolongaron durante más de seis interminables meses agotando la paciencia de vecinos, visitantes y comerciantes que desesperados por la nefasta marcha de sus negocios, no tardaron en colocar el cartel de 'se traspasa' en los contadísimos locales que aún quedaban abiertos.
Cuando por fin terminaron las obras de 'El Escorial serracinero', llegó la Emperatriz a inaugurar el desiesrto de Atacama en que se había convertido la plaza y Marius Annus cayó rendido a sus pies...
He aquí la crónica:
Y la explicación de tanto amor está aquí:
Continuará...